- febrero 10, 2021
- Publicado por: eicono
- Categoría: Blog
Puedes estar sufriendo tecnoestrés
- Con el Teletrabajo pueden surgir como inconvenientes el tecnoestrés, la fatiga informática o la necesidad conectividad digital permanente, entre otros.
- Esto puede deberse a una mala organización del trabajo y un mal uso de las tecnologías.
- La receta para evitarlo es la de siempre: horarios establecidos, descansos y formación e información para los trabajadores.
Un asistente consulta su ordenador portátil durante la jornada de este martes de la XXV Cumbre de la Convención de Cambio Climático de Naciones Unidas (COP25). EFE/Chema Moya
Un trabajador promedio incia con sus labores a primera hora del día miércoles, de pronto debe detenerse para revisar un email de su jefe, echar un vistazo por si hubiera algo atrasado o más urgente que la tarea que acaba de iniciar. Vuleve a su trabajo y de pronto recibe una llamada por teléfono para otro proyecto que se está presentando en la empresa. Cuelga y revisa el WhatsApp. Por un mensaje de su hijo consultando al respecto de una tarea escolar que no logra entender. Un vistazo a Twitter por si ha pasado algo. Continúa con su trabajo, pero debe detenerse nuevamente para enviar un email de respuesta urgente que le acaban de solicitar.Ya abierto el correo, aprovecha para contestar dos o tres pendientes. Vuelve al trabajo del día. Otra llamada de teléfono. Esta vez hay que solucionar un problema urgente. Después, continúa con el trabajo. ¿Ya son las 13? Hora de la reunión para el próximo proyecto. Otro vistazo al mail. Ya lleva 8 horas sentado y aún no ha terminado el texto. Al menos le queda otra hora, pero ya está muy cansado. Apaga el computador, pero de camino a casa recibe otro mail. No es urgente, pero ya que lo ha visto, así que contesta por si se le pasa mañana. Unos minutos de su tiempo libre no cuestan tanto. Y así, un día tras otro. Aparecen dolores de cabeza, agobio, fatiga, suena otra vez el móvil. Es posible que este trabajador acabe siendo víctima del tecnoestrés.
«El tecnoestrés se deriva del desajuste entre demanda y los recursos disponibles y conlleva el desarrollo de actitudes negativas hacia las tecnologías». También se presenta de fatiga informática, la conectividad digital permanente o el aislamiento laboral, entre otros muchos. Tras el estrés hay una mala planificación del trabajo y un mal uso de la tecnología.
Por eso, es muy importate que los riesgos psicosociales se evalúen en las empresas de manera rigurosa, igual que se hace con otros elementos como la luz o las temperaturas en el lugar de trabajo. Un mal uso de las nuevas tecnologías puede acabar en «fatiga informática», nerviosismo, tensión permanente, fatiga ocular o cefaleas fruto de la exposición frente a la pantalla. La necesidad de estar hiperconectado todo el día puede acabar en una tecnoadicción o tecnoansiedad o hacer incluso que se deteste la tecnología, desarrollando tecnofobia.
Esto no significa que cualquier trabajador expuesto a las nuevas tecnologías vaya a sufrir tecnoestrés, sino que su mal uso coloca a los trabajadores en este riesgo. «Ese mal uso puede ser una falta de competencia. A un trabajador que tenga que utilizar un determinado software y no sepa le va a generar un estrés si nadie le ha formado», explica Tatiana Cuervo, profesora del Máster en Gestión de Riesgos Laborales de la Universidad Internacional de La Rioja sobre la sobrecarga tecnológica o la sobrecomplejidad.
Durante la pandemia, muchos trabajadores han tenido que manejar herramientas nuevas desde su casa sin formación previa ni nadie a quien poder preguntar de manera presencial. Cuervo apunta a la necesidad de formación en las empresas para que el empleado no se vea superado: «También es necesario el apoyo técnico, que el trabajador no se sienta solo y que tenga siempre a quien recurrir. También la participación de los trabajadores a la hora de decidir uso de una determinada tecnología.
Aún así, hace falta una definición más clara. A pesar de que muchos trabajadores achaquen su estrés a su falta de organización personal, también puede tratarse de una «inadaptación» de las organizaciones. Cuando se organiza mal el trabajo o se piden más exigencias de las que se pueden cubrir comienzan la hiperconexión, los problemas de conciliación o las cargas de trabajo inabordables en el horario establecido. «El problema muchas veces es la sobreinformación, no solo la desconexión», sobre todo esos días en los que se acumulan en forma simultánea reuniones, correos o mensajes que requieren una respuesta instantánea.
Los mails al correo personal a cualquier hora del día, los grupos de Whatsapp de trabajo en el celular personal o la necesidad de estar conectado todo el día pasan factura. «Si lo primero que haces cada mañana es abrir el correo electrónico y la simple lectura te lleva una hora, puede interferirte en la tarea que dejaste pendiente el día anterior. Las dos primeras horas puedes estar completando la tarea prevista, en lugar de estar permanentemente conectado», esto explica porque puedes estar distrayendo tu atención. «Si estás recibiendo información constantemente, es probable que seas menos eficiente y eficaz porque no estás concentrado». Por ello, es importante considerar que la participación de los trabajadores en la organización también es fundamental en los entornos digitales: «Hay que ver cómo se estructura el tiempo».
Los inhibidores del tecno-estrés
Para evitar este tipo de riesgos, las recetas son las mismas de siempre: una buena evaluación de los riesgos, una legislación que proteja los derechos y formación e información para el trabajador: «Hay que aprender a desaprender«, y por supuesto existe la necesidad de descansar también de las tecnologías fuera del trabajo. En un entorno en el que la inmediatez comienza a ser la norma, se recomienda desconexión, alternativas al aire libre y no perder la parte social, cuando la pandemia de coronavirus lo permita.
Se debe proponer que haya más precisión a la hora de hacer efectiva la desconexión digital en las empresas: definir horarios en los que no se pueden mandar mails, por ejemplo entre las 20 h. y las 8 h. o reservar tiempo libre de tecnologías. «Sería tan simple como que se mande un mensaje automático cada vez que se reciba un correo fuera de hora».
En la parte de riesgos psicosociales le falta mucho recorrido a las empresas y hay que hacer evaluaciones. También hay que darle competencias al trabajador para saber gestionar el trabajo”.
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